jueves, 31 de mayo de 2012


Derecho_reves

Peter Pan no quiere DNI

Peter Pan tiene miedo de crecer. El Perú también. Es verdad que nuestra economía crece. Ahí están las cifras. Sin embargo, ese cuerpo económico adolescente, que se cree ya adulto joven, sigue viviendo como niño. No me refiero a la ilusión, a la creatividad, a la imaginación y a la ternura que nunca se debieran perder. Me refiero a la malcriadez, al egoísmo, a la pataleta. Y por ser infantiles nos estamos perdiendo la oportunidad de crecer. Digo, de madurar.   
Madurar es no postergar hasta el 2020 el proyecto hidroeléctrico de Inambari. Ese proyecto es indispensable, porque producirá energía limpia y barata, en cantidades más que suficientes para asegurar el crecimiento del Perú. Producirá solito como otros 40 proyectos que están en cartera del MEM. ¿Que hay problemas ecológicos? ¿Que hay problemas con las comunidades? De eso se trata, de afrontarlos ya, de encontrar soluciones, de buscar consensos. ¡Ahora!
Madurar es resucitar el mar. Si se va la anchoveta por El Niño, morirán más pelícanos de hambre. Paciencia, la naturaleza tendrá la culpa. Pero otra cosa es que se mueran los delfines porque no hay nadie que regule la exploración marina de petróleo o que la merluza desaparezca por sobreexplotación, no para que la coman los peruanos, sino para convertirla en harina para alimento de pollos y cerdos, porque es más negocio. ¿Y la autoridad? Protegido en otro ministerio. Allí le darán más condecoraciones.
Madurar es empezar a ejercer la autoridad contra la minería ilegal, contra la tala de madera ilegal, contra la pesca ilegal, contra el transporte ilegal, contra el comercio ilegal, contra las construcciones ilegales, contra  todo lo ilegal que tiene nuestro sistema. Porque se dice bien bonito que nuestra economía es emprendedora. Pero esa frase oculta informalidad que, en esencia, es contrabando y elusión fiscal, que son delitos mayores.
Madurar es no permitir que la toma de carreteras sea el argumento más eficaz para reclamar derechos. Nuestro sistema público está herido de autoridad, porque su legitimidad no viene sólo de elecciones sino también de buen gobierno. Y en eso somos bien niños. No solo porque la autoridad se improvisa, no tiene experiencia ni conocimiento sobre los asuntos públicos y, al final del día, nadie la respeta. Sino también porque nosotros, como sociedad civil, tampoco tenemos ejemplos mejores. 
Por ejemplo, Madurar es no pasarnos la luz roja porque así es y no porque no haya policía. No manejar borrachos porque es peligroso para todos y no porque te quitan el brevete. Hacer cola porque así se hacen las cosas más rápido, y eso es más eficiente, aun cuando tú no seas el primero. Recoger la caca de tu perro porque el parque es de todos y no porque el sereno te multa. Indignarnos por el abuso contra las minorías, los débiles o los marginados, porque ese abuso también nos duele y no sólo porque es políticamente correcto.
¿Qué hacer? Las reformas pendientes, llamadas de segunda generación precisamente porque vienen después del crecimiento económico. Reforma del sistema político, para que los partidos ofrezcan gerentes de lo público y no el vergonzante desfile de delincuentes infiltrados como congresistas. Reforma del sistema cívico, para que las normas se cumplan porque estamos convencidos de que el bien público asegura mejor lo privado. Protegernos en instituciones, más que en personas. Salud, educación y justicia  para que existan oportunidades para todos.
Todos estamos de acuerdo con estas reformas. ¿Por qué el Gobierno no las implementa? Porque anda ocupado en otras cosas, aquellas que lo mantienen en popularidad. Las reformas pendientes no huelen a economía, pero son indispensables para asegurar el crecimiento. Madurar como país es una tarea de generaciones. Debemos hacer la parte que nos toca. Ésa es la herencia que debemos dejar a nuestros hijos. No sólo un buen PBI per cápita.


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jueves, 24 de mayo de 2012

Alianza Obrera Estudiantil

‎23 DE MAYO DE 1923: 89 AÑOS DE LA ALIANZA OBRERA ESTUDIANTIL
En 1921 y 1922 Leguí­a cierra la Universidad de San Marcos, con lo cual los estudiantes, impedidos de ir a clases, tienen más tiempo para dedicarse a dar clases en la Universidad Popular Manuel Gonzáles Prada. Para 1923 la UPGP era toda una institución (Steve Stein 1980), tan es así­ que algunos sindicalistas se quejaban porque la veí­an con más poder que los propios sindicatos. Según Haya, la UPGP tuvo entre sus alumnos a cinco mil trabajadores y trabajadoras.

En mayo de 1923 Leguí­a pretende manipular el sentimiento católico de la población. Consagrando al Perú al corazón de Jesús busca justificar la prórroga de su mandato presidencial. Es denunciado por la prensa, por trabajadores anarquistas, por pastores evangélicos, y Haya de la Torre desde la UPGP. El 23 de mayo Haya pronuncia un discurso ante una multitud de estudiantes sanmarquinos condenando la imposición del anacronismo clerical en el Perú. Unos cinco mil estudiantes hartos de dictadura, deseosos de libertad, salen desde la Casona de San Marcos a las calles de Lima, en dirección a palacio de gobierno. Un contingente policial sale a bloquearles el paso, ante lo cual se dividen en grupos más pequeños e insisten en llegar a palacio. La policí­a a pie y a caballo carga sobre los manifestantes con sables y disparos que matan a dos personas, un OBRERO tranviario, Salomón Ponce, y un ESTUDIANTE, Manuel Alarcón Vidalón. Ante estos hechos la Federación Obrera local decreta un paro general.

Al dí­a siguiente se produce otra manifestación estudiantil y los estudiantes llegan a la Plaza de Armas donde Haya pronuncia un discurso. Les dice a los policí­as No son ustedes responsables de la medida de terror que han masacrado a nuestros compañeros. El culpable es el sombrí­o tirano que se esconde allá­, señalando al palacio de gobierno. Treinta mil personas salen a las calles al sepelio de los dos fallecidos en la jornada de protesta. Ese mismo día el Arzobispo de Lima anuncia que se suspende la consagración del Perú al sagrado corazón de Jesús. El movimiento de obreros y estudiantes habí­a triunfado: el poder daba marcha atrás. Haya de la Torre serí­a arrestado en octubre de 1923 y harí­a una huelga de hambre de protesta. El régimen leguií­sta lo deportarí­a a Panamá para deshacerse de él.

sábado, 5 de mayo de 2012