lunes, 21 de noviembre de 2011

¿QUE APRISMO NECESITA EL PERU?

Ya pasaron las épocas en que la política se reducía a consignas y recuerdos, casi siempre alterados y distorsionados por pactos infames que sustituyeron la verdad histórica por el acomodo, la mentira y el deseo irrefenable de alimentar mitos. Son los recursos típicos del populismo más abyecto como técnica de movilización de masas.


Ello ha sido usado sin pudor por mafias de diverso cuño que ahora dirigen al Partido Aprista. Manipulan habilmente las necesidades sociales afectivas de lo que se llama “militancia”, de lo que se denomina “organización” y la cultura politica popular de los apristas definida como “fraternidad”. Un ejemplo, es apelar a dicha fraternidad para proteger la corrupción o la claudicación.


Al final de lo que se trata es de mantener la “lealtad” del voto duro. Es el boleto para cualquier empresa electoral.


El Perú necesita de partidos políticos democráticos, modernos, movilizadores, institucionales, pero sobre todo, partidos-escuela que construyan cultura política basada en la ética, la solidaridad y el desarrollo de la ciudadanía. En esa perspectiva, las facciones que dirigen al Partido Aprista están incapacitadas para liderar la renovación y la reinserción del APRA en la sociedad peruana contemporánea. Han demostrado sus enormes defectos casi permanentes e irreversibles. Han demostrado su angurria, mala fe, perversidad, su tendencia a la delincuencia de cuello blanco, y su extendida vocación para corromper a los demás.


Los bienes acumulados en su larga relación con la administración pública, sin relación a sus ingresos, los delatan, tanto como el subdidio para promover a mercenarios, abogados de oficio y defensores leguleyos ajenos a la política que enseñó Haya de la Torre y la generación fundadora. Siempre los políticos corruptos han necesitado de defensores para que endulcoren sus robos y traiciones.Siempre citan a Victor Raul, siempre citan al “Aprismo”, pontifican como si nada hubiera pasado, como si todo lo ocurrido fueran anécdotas entre hermanos, historias graciosas a festejar entre botellas donde se alaba la “astucia” y el “manejo del poder”.


Es el tipo de polítiquería despreciable que tanto enerva a los peruanos. Ese es el “Aprismo” que produce nausea en el Perú. Es la estafa permanente, es el engaño sempiterno de tradiciones, valores y buenos propósitos de grupos de militantes que morirán vivando a Haya de la Torre.


El Aprismo que el Perú necesita está por reconstruirse desde abajo, desde los hombres y mujeres que no tienen nada que ver con la corrupción y la claudicación. La legitimidad no se construye con notitas o defensas airadas de cadáveres políticos. La legitimación, la construye el pueblo cuando sus demándas y aspiraciones son expresadas por dirigentes sociales que han luchado desde abajo y contra toda adversidad, como lo hicieron Lula en el Brasil, Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, Petro en Bogotá, Funes y Cerem en El Salvador, López Obrador en México...


El Perú necesita de dichos perfiles que renovaron la política, pero también necesita instituciones políticas con densidad, con historia, con ideología y con ética. Si el Aprismo no se reconstruye, lo harán otros proyectos.


Los apristas que conocen la historia y la ideología, saben perfectamente, que una cosa es “el partido-PAP-logo” y otra es el “movimiento pluriclasista indoamericano”. Que una cosa son mafias y otra cosa la militancia de izquierda democrática, organizada en sectores, regiones y frentes funcionales.


La reconstrucción no significa “borrón y cuenta nueva”, “barrer bajo la alfombra”, “Aquí no pasa nada”.


Si el Humalismo no toma nuevo impulso y naufraga en la inoperancia, el espacio del centroizquierda estará vacante de nuevo. Alan García es líder de la derecha, Jorge ya no cuenta, los cuarentones son mal vistos, Mulder es pintoresco, Cabanillas ha sido jubilada. Nadie puede tomar en serio a Lucianita o a Velasquez Quezquén. Lucho Alva está quemado y Negreiros ha sido presa de sus contradicciones. 

La izquierda aprista debe asumir el liderazgo, pero con amplitud, dialogando hasta donde se pueda y la moral  lo permita, dando batalla al interior de la organización, pero también ir creando las bases legales e institucionales para darle nueva representación política al pueblo aprista, si finalmente las mafias se imponen y siguen controlando el aparato y la inscripción legal.


Política entre paredes es política neurótica, enferma, autodestructiva. Política proyectada a la sociedad civil, a las redes, creando nuevos espacios democráticos, es política de futuro. Hay muchos miles de apristas que no tienen las manos manchadas de sangre ni de dinero mal habido, o que fungen de desmemoria. Sus esperanzas y sueños no tienen porque ser relegados a los recuerdos o convertirse en frustraciones.


El Perú necesita un Aprismo moderno (no conservador ni neoliberal), un Aprismo democrático (no una dictadura manejado por mafias), un Aprismo ético (no una organización al servicio de lobis).


El Alanismo y sus facciones temporalmente distanciadas, terminarán pactando, para mantener el control y la dominación autoritaria y cleptocrática. Volverán a usar a los apristas de base para sus campañas electorales y mántendrán el pacto infame con los lobis y la derecha.


Y ello no debe permitirse. No solo por la memoria de Haya de la Torre, sino por los sagrados intereses del Perú, como Estado, como Nación, como Patria, como Sociedad Nacional.


Saludos,


Eduardo Bueno León

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno el articulo.Espero que haga reaccionar a los verdaderos apristas que son muchos y se pueda reorganizar alPAP DE HAYA,llegando a la conciencia del pueblo, porque los apristas fuimos formados y forjados en la lucha para servir al pueblo y no para autoservirnos .Es una pena ver apristas de carnet que actuan como burgueses.