lunes, 15 de febrero de 2021

A MANUEL ARÉVALO CÁCERES EN EL 84º ANIVERSARIO DE SU ASESINATO

 



Escribe: Blasco Bazán Vera

blascobv@hotmail.com

Manuel Arévalo Cáceres la señera figura que jamás debe faltar en la mente de todo buen peruano, nació en Santiago de Cao, Ascope, La Libertad, el 15 de octubre de 1903

Su egregia personalidad, su cautivamente amistad y su decidida participación en las causas nobles, lo catapultan como el símbolo de la lealtad aprista.

Morir, por conseguir la justicia social, por darle de comer al hambriento, vestir al desarrapado, calmar la sed del sediento, son circunstancias por lo que Maniel Arévalo luchó y murió asesinado un día 15 de febrero de 1937.

Leer la vida de Arévalo, es admirar los heroicos episodios que realizó, compenetrarnos con su inmensa calidad humana, asombrarnos con la suprema misión que le tocó realizar, es aceptar que hay muy pocos hombres, como Manuel Arévalo, nacidos con el regalo de Dios: Ser grande, en la posteridad.

Para alcanzar ese designio, Manuel Arévalo bebió las grandezas que otorga la juventud y por eso jamás se comprometió con las bajezas del pasado.

No se embarcó en los cantos fáciles que brinda la vida subalterna y vivió su juventud exenta de los bastardos apetitos que sibilinamente obsequia la vida pública.

Tuvo la suerte de escuchar las palabras de Víctor Raúl, armonizarlas con las de Antenor Orrego y así, los tres, caminar con la regla de oro que Arévalo creó: FE UNIÓN. DISCIPLINA Y ACCIÓN

Manuel JesúsArévalo Cáceres, desarrolló sus actividades políticas apristas dentro de una sociedad sensual y ávida de corrupción y desenfreno.

Comprendió que los jóvenes bien formados, son la esperanza del pueblo y se preparó para hacer frente a la antimoral, imponiendo su energía, su voluntad, su osadía y todo cuanto valor tuvo, al servicio de sus ideales que jamás manchó.

Manuel Arévalo, fue obrero de su propio destino, hizo los surcos de su vida y los regó con aguas de inmortalidad, consciente de que el hombre libre está llamado a realizar grandes transformaciones.

Arévalo, en vida, fue un hombre físicamente admirable, por algo lo llamaban “El gato Arévalo” y sus ojos verdes, su clara inteligencia, acorde a la caballerosidad de su palabra, le hicieron ser fascinado.

Manuel Arévalo, templó su recia personalidad en la conciencia social. Él mismo participó en la siembra de los campos, doblegó su infantil cuerpo sembrándolos de caña de azúcar donde comprendió el dolor del pueblo y desde allí juró luchar por su justa reivindicación.

Admirable es este líder aprista quien siempre enarboló las armas de la justicia social y por ella entregó su vida.

¡Juremos, pues, quienes militamos en el APRA, llegar a la vejez con los mismos bríos que enarboló Arévalo!

Manuel Jesús Arévalo Cáceres y el ejemplo de su vida es la que nos acompaña y nos da luces para mantener nuestra existencia en la línea de hombres con principios y convicciones definidas… Su vida fue bella y más bella hubiera sido si es que no se la hubieran trágicamente truncado el 15 de febrero de 1937.

Fueron tres los compañeros que lo acompañaban aquella trágica noche del 4 de febrero de 1937 en que cayó detenido en la casa Nº 243 ubicada en la Av. Mansiche, de Trujillo: Víctor Holguín Amaya, de sólo 15 Años y dueño de la casa, Luís Cáceres Aguilar, primo y Secretario Regional de Organización del APRA y Raúl López Obando, su lugarteniente, de toda la vida.

Aquella noche del 4 de febrero, Holguín y López fueron capturados a las 2 de la mañana. Arévalo y Cáceres quedaron en el escondite de la casa. Cuando ya amanecía y creyendo que el coronel Sologuren y su batallón se había ausentado, abandonaron el escondite siendo capturados y Arévalo asesinado el 15 de febrero de 1937, a la altura de Casma.

En este 84º ANIVERSARIO de su Martirologio en que todos recordemos a Manuel Jesús Arévalo Cáceres, reafirmemos nuestra fe en el APRA, seguros de alcanzar la meta por la que Arévalo luchó.